08/12/2019

Solo recuerdo la parte final del sueño, un sueño de siesta así que bastante breve y algo confuso aun en su contexto. Recuerdo que Happy se colaba en la casa de Donald Trump, que conceptualmente era la Casa Blanca, pero realmente no lo era. Era bastante estrecha por dentro y parecía un poco laberíntica. Happy está presente a lo largo de todo el sueño, aunque no llego a verla, solo sentía que estaba por la casa y que mi deber era protegerla. Después de eso, pareciera que el motivo por el cual estoy en la casa de Donald Trump es más bien por una suerte de reunión de periodistas o de amigos, aunque estamos todos bastante tensos. Yo estoy relativamente tranquila, aunque sé perfectamente que la situación es extraña y a cierto nivel peligrosa, así que en un momento dado trato de marcharme. Salgo por una puerta y hay una escalera increíblemente estrecha que comienzo a bajar, esta vez sí con Happy, y Donald Trump se asoma a la puerta junto con Melania Trump y me pregunta con tono lascivo que cómo me llamo. Alegremente le respondo que me llamo Emma, y luego sigo bajando y salgo por otra puerta. Acto seguido me doy cuenta de que me he dejado la cartera dentro, así que entro de nuevo y veo a la pareja justo donde les había dejado, pero Donald está cogiendo del cuello a Melania con bastante agresividad, aunque cuando me ve para y me sonríe de nuevo lascivamente, dándome a entender que ahora no puede dejarme ir.

Después de eso, es como si me sintiese secuestrada dentro de la casa, y como si ya me hubiese violado Trump, aunque no tengo recuerdos de nada de eso en el sueño, es más bien la sensación de estar atrapada en la casa. En un momento dado vuelvo a coincidir con Melania y trato de darle a entender que lo que está ocurriendo con su marido no es normal y que tenemos que salir de ahí las dos. Parece que consigo convencerla y empezamos a recorrer la casa, laberíntica, buscando una salida, hasta que acabamos en la azotea. Cuando salimos a la azotea nos damos cuenta de que la casa en la que estamos es increíblemente pequeña, casi como de juguete, y de hecho Trump sale por la puerta principal con la intención de darnos caza, riéndose con sorna y con un arma de fuego en la mano, tipo fusil, y la casa no es más alta que él. Ahí termina el sueño.

08/11/2013

Vivo en una casa con lo que parece ser una mezcla entre mi padre y mi marido – en cuanto a carácter y situaciones, no físicamente ni como si esa persona existiese en la realidad. Sé que soy la tercera o cuarta mujer de ese hombre, y a la misma vez soy como una niña de doce años que es hija del propio señor. Nuestra casa parece una oficina, y sé que el hombre es rico – de hecho, tiene una semejanza importante con Jay Pritchett –. Nos vamos a ir de viaje y el hombre ha reservado billetes de primera clase, entonces sé que soy más bien hija – aunque de un modo extraño –, ya que cuando vamos a coger el avión está su verdadera mujer y un chico más o menos de mi edad – precisamente como Jay Pritchett. Yo tengo que volver un momento a la casa, que parece una oficina, porque se me ha olvidado coger algo, y cuando llego me encuentro a una mujer con un traje de chaqueta y falda rosa fucsia, mayor, que parece simpática, y me dice que es la segunda esposa del hombre que es mi padre, aunque ella habla de él como si fuera mi marido ya que me dice algo parecido a: “sé lo que es estar con él”. Se quita los zapatos y se va a otra habitación. Entonces yo vuelvo al aeropuerto, donde me están esperando, justo para coger el avión – que es el avión número treinta, como el número de parada correspondiente a mi autobús en la estación de Valencia –, nos cogemos de la mano los cuatro y el hombre se sujeta al ala de un cohete. Al parecer, para subir en primera clase primero debemos ir a una isla donde se encuentran los aviones de lujo, y allí se llega mediante un cohete. Recuerdo el hecho de ir solamente agarrados de la mano, al aire libre, mientras el cohete surca el cielo, y la sensación agradable de vértigo al ver cómo subimos y luego cómo descendemos en picado a una isla que parece tener un volcán.

Allí, supuestamente, debería estar nuestro avión, y efectivamente lo está, pero la isla ahora mismo está ocupada por unos hombres que están traficando con armas. Al vernos llegar – de repente ya no somos la familia que éramos, sino una especie de grupo de personas que han ido de excursión a esa isla, todos jóvenes, incluso niños –. Van a intentar matarnos, y hay una especie de ascensor rústico. Estamos en lo que parece la azotea de un edificio, que a su  misma vez es una montaña, y yo comienzo a tirarle piedras a uno de los señores que están tratando de matarnos. Curiosamente todas le dan de lleno, pero pareciera que no con suficiente fuerza o ser demasiado pequeñas, porque apenas sirven para confundirlo durante unos segundos. Después de tirar las piedras me subo al ascensor y trato de bajar, pero uno de mis compañeros se ha quedado enganchado a la puerta, así que en lugar de bajar en el ascensor corremos por la azotea, que ahora parece uno de los escenarios marroquíes de la película de Edipo Rey de Pasolini. Los hombres que nos persiguen parecen ser somalíes y van armados, nosotros somos bastantes y estamos huyendo. Llegamos a una explanada en la que solo se ve una caseta de piedra abandonada, donde hay uno de los hombres que, desprovisto de armas, intenta atacarnos con piedras. De repente nos damos cuenta de que hay una bomba y mi prima y yo nos escondemos detrás de la caseta de piedra, junto con otras de las personas que vienen con nosotros, y recuerdo decirle a mi prima que no se asome a ver si la bomba ha explotado, ya que parece tener la intención de hacerlo. Después de eso, tengo un arma parecida al equipamiento tridimensional de Shingeki no Kyojin, así como una espada, y subo a una pared de piedra, la atravieso y hay una mujer que ha conseguido alejarse del barullo para amamantar a su hijo pequeño. De repente comprendo que esa es la mujer del hombre con el que inicialmente llegué a la isla, y trato de protegerla porque parece ser que al haber cruzado yo esa pared los enemigos han caído en ella y la están atravesando, tratando de atacarnos tanto a mí como a la mujer con el niño. Les ataco con la espada y usando el equipamiento tridimensional, y consigo proteger a la mujer, que en contra de todo pronóstico se mantiene tranquila y pareciera que nada de todo aquello va con ella.